Las 7 Leyes Espirituales de la Oratoria
Por Carlos de la Rosa Vidal
1.- Poner el corazón en las palabras:
Quien habla con y desde el corazón, también se dirige al corazón de quienes lo escuchan. El poder de la sinceridad y la convicción, entregados en la palabra, capturan al oyente, cual magia en una exposición. Jamás se ha conocido de ningún orador sin entusiasmo natural que mueva espontáneamente las pasiones de sus oyentes. Tal vez el tema tratado nos remita a la historia y el patriotismo, pero en dos oradores distintos uno que utiliza sólo razones y nada de pasión no igualará al segundo, quien tal vez sin dotes de gran orador, sienta y haga sentir que nos habla desde el corazón.
2.- Interesarte sinceramente por el público:
Te diriges a personas no a un jurado que va a condenarte. Interesarte por interesarlos es el gran secreto para despertar a un genio orador. Quien da recibe, se recibe para dar.
3.- Procurar que su mensaje sirva para construir, jamás para destruir:
La historia está llena páginas sangrientas motivadas por las grandes dotes de liderazgo de quienes emplearon la elocuencia para condenar y matar. También las mejores líneas del asado la escribieron personas que con las palabras movieron a las masas en favor de la libertad, la paz y el amor.
4.- Reconocer que las palabras tienen poder y saber que todos tenemos derecho a cambiar o evolucionar nuestras ideas:
Esto es mágico: Convierte a las palabras en solo palabras cuando provengan para destruirte. Por otro lado las palabras son poderosas cuando con ella construyes, sólo depende de nosotros darle la importancia debida. El punto de perspectiva es esencial. Las palabras tienen un poder irrefutable, sin embargo nuestra respuesta es nuestra. Además, en otro punto, tenemos derecho además a evolucionar nuestras ideas, el cambio es permanente.
5.- Fomentar en todo momento la excelencia del ser humano:
Dirigirse a los demás conlleva la responsabilidad de contribuir a engrandecer al ser humano. Si empleamos nuestra comunicación para colaborar con este servicio, fomentaremos la calidad humana.
6.- Actuar con sencillez, los oradores auténticos no se conducen con soberbia:
Algunos consideran que conquistar con dotes oratorias los hace superiores al resto. Nada tan alejado de la verdad. Pues hablar debe servirnos para acercarnos a nuestros semejantes, jamás para alejarnos. Se conquista más con miel que con hiel.
7.- Vivir comprometido con lo que se comunica:
Vivir en concordancia con lo constructivo del tema que dominamos es una actitud de honestidad para con nosotros y para con los demás. Quien sólo habla pero no hace es como quien habla de vender y jamás ha vendido, o como quien enseña a cantar y jamás cantó ni la cucaracha… Despertar al genio orador no es convertir a un tímido en un líder irrefutable, sino descubrir al comunicador natural que hable desde el corazón, se interese por los demás y por él. Y que además haga de cada palabra un instrumento para construir.