De lo Conveniente de Ser Feo
Por Carlos de la Rosa Vidal
Cuando eres feo no tienes otra salida
que ser inteligente. Cuando eres feo se puede perdonar que lo seas, incluso es
posible que la gente no te vea con tales ojos si eres ilustrado. Lo único que
puede asegurarse en este sentido, es que más probable para un feo culto el
verse rodeado de amigos verdaderos.
Pero no hay nada más desastroso para la
vida de una persona que ser fea y bruta. Es un delito contra la propia carne.
Se perdona en sociedad que vuestro cabello no se quede donde tenga que
quedarse. Es perdonable no coincidir estéticamente con los cánones y gustos de
la época. La naturaleza se ha ocupado de hacer que los hombres no sean iguales.
Y ha optado por la imprescindible diferencia.
Se disculpa incluso la poca etiqueta del
varón y la dama. Pero vaya usted a saber qué sucede cuando sabiéndose un poco
diferente -feo en breve- encuentra que no responde ni al dos más dos. No, no
hay nada más adverso para la supervivencia que padecer la enfermedad de la
brutez.
Solo un buen entendido grupo llega a
deducir que mientras más feo se es más inteligente se tiene que ser. La
historia ha compuesto sus números. Para un animal, perdón, para un estúpido la
vida es un grito adulto de "y ahora a qué jugamos” para un hombre
cultivado la vida se hace más sorprendente a medida que avanza la aventura de vivirla y comprenderla.
Y cuando en la operación matemática ingresamos
los datos fealdad, belleza, cultura, incultura nos sorprendemos del cuadro
resultante. Se hace bella la persona inteligente aunque tomada por fea. Se hace
bella la cultivada aunque ajena a la moda. Se hace fea la admirada por bella,
aunque dominada por la descortesía. Se hace aún más bella la encantadora e
inteligente. Se hace aún más bella quien con su don de gentes luce además la
naturaleza atractiva. Cae en el ridículo el feo y el bello por su soberbia y
por su escasa inteligencia.
Se hace más fea todavía, la bruta y la
descortés. La soberbia y la ignorante. Y fea.
Cuando eres feo y culto, gozas de un
estatus único, puedes ser un culto muy bello pero puede resultar sospechoso y
un impedimento para el disfrute de tu asiento en el Olimpo. Los dioses no
preguntan cómo se le ve el cabello, preguntan qué hay entre oreja y oreja. Y ni
siquiera eso. Preguntan qué puede concebir el cerebro. Tal vez un poco de
hacerse el feo sirva para ascender a la posición de los sabios.
Ya en la tierra puedes descubrir que las
mujeres cuando se acercan no lo hacen porque se mueren por tomarse una foto
contigo. Y si lo hacen es porque quieren lo que eres. O al menos son más
sinceras.
Cuando eres feo y callas todos saben que
estás pensando. Y cosas elevadas. Cuando una persona agraciada calla todos
piensan que no ha entendido nada. Por eso es conveniente ser feo. Y culto. Es
lenguaje corporal en movimiento. Cuando el feo corre, levanta el pañuelo y se
lo devuelve a la dama es un caballero sincero. Cuando lo hace el adonis, es un
caballero interesado.
Por eso abogo por el club de los cultos.
De los feos. De la selección social de los que piensan. Cuando eres este tipo
de feo se puede perdonar a todo tu linaje, incluso firmarse un acta de limpieza
de sangre intelectual para toda tu prole por cinco generaciones. Pero el mundo
es así, no perdona ni un retrato, ni una etiqueta en el facebook cuando eres
feo y además bruto. Eso no se perdona. Eso se aborta.
Me gustan los feos como me gustan los
tímidos. Pero no me gustan los que con todas las posibilidades genéticas se
abandonan al pensar de los demás. Pero no me gusta cualquier feo como tímido.
Sino aquellos que buscan cultivarse en sus campos de especialidad particulares.
Cuando eres feo se te perdona que lo seas, pero vago, bruto y grosero eso no
tiene perdón de gato.
Hasta resulta conveniente el haber
nacido feo, No importando lo antiestético, lo inteligente es atractivo. Al
menos sabes que los amores no quieren tus carnes bellas. El siglo XXI es el tiempo de los feos, cultos
y educados. Quien diga lo contrario es feo.
Enamorarse de un feo tiene sus ventajas,
aunque no tanto ser feo para enamorar. En el mundo no hay fealdades perfectas.
Sin embargo te asegurarás de hacerte una vida inteligente. El mundo se mueve
por los técnicos.
Hasta siendo líder puede convenir que tu
semblante sea un poco caricaturesco, es el tiempo de los medios sociales. Si
repasas la historia los grandes hombres y mujeres que elevaron a la humanidad,
quienes han luchado por un mundo mejor hasta han sido un poco feos. Las
estadísticas son confiables.
Con toda la broma que resulta, es mejor
ser feo de rostro, que de alma. Los de carácter imposible no seducen. Se hacen
temidos, no atractivos. Y hasta resulta más atrayente escribir sobre la fealdad
que sobre la belleza, en palabras de Umberto Eco, quien escribió una Historia
de la Fealdad.
Lo importante no es ser feo, sino
cultivado. Lo bruto y lo grosero son fealdades auténticas. Y las diferencias
estéticas, no imparta si feas o bellas, pero cultos y corteses, esas son
bellezas verdaderas.